martes, 31 de mayo de 2011

La visita

La visita

Pasada la hora de las ignominias
los viejos apagaron con tierra las fogatas
las mujeres y niños recogieron las tiendas
los hombres empuñaron el fusil.

La ruta del desierto fue muy dura:
se abrieron paso a tiros en medio de la noche
para no ser esclavos para no ser vendidos
igual que reses en su propio hogar.

Hoy con su pueblo a salvo los guerreros
han vuelto al territorio de la casa invadida
y el enemigo sabe que si alcanza un momento
a ver sus rostros es que va a morir.

¡Oh tú que me censuras pues no escribo
de dioses y me exalto por cosas de la tierra !
conoce a estos hombres: como los inmortales
luchan ardiendo por su libertad.
   


                                                                                                                        José Agustín Goytisolo

miércoles, 25 de mayo de 2011

El ángel tonto

Ese ángel,
ése que niega el limbo de su fotografía
y hace pájaro muerto
su mano.
Ese ángel que terne que le pidan las alas,
que le besen el pico,
seriamente,
sin contrato.
Si es del cielo y tan tonto,
¿por qué en la tierra? Dime.
Decidme.
No en las calles, en todo,
indiferente, necio,
me lo encuentro.
¡El ángel tonto!
¡Si será de la tierra!
-Sí, de la tierra sólo.
El ángel del misterio
Un sueño sin faroles y una humedad de olvidos,
pisados por un nombre y una sombra.
No sé si por un nombre o muchos nombres,
si por una sombra o muchas sombras.
Reveládmelo.
Sé que habitan los pozos frías voces,
que son de un solo cuerpo o muchos cuerpos,
de un alma sola o muchas almas.
No sé.
Decídmelo.
Que un caballo sin nadie va estampando
a su amazona antigua por los muros.
Que en las almenas grita, muerto, alguien
que yo toqué, dormido, en un espejo,
que yo, mudo, le dije...
No sé.
Explicádmelo. 

  


                                                                                Rafael Alberti



domingo, 15 de mayo de 2011

CANTAR DE LOS CANTARES DE SALOMÓN

 
  La esposa y las hijas de Jerusalén. 

Cantar de los cantares, el cual es de Salomón.

  
¡Oh, si él me besara con besos de su boca!  
Porque mejores son tus amores que el vino.
A más del olor de tus suaves ungüentos, 
Tu nombre es como ungüento derramado;  
Por eso las doncellas te aman.   
Atráeme; en pos de ti correremos. 
El rey me ha metido en sus cámaras;  
Nos gozaremos y alegraremos en ti;
   Nos acordaremos de tus amores más que del vino; 
  Con razón te aman
 Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable
   Como las tiendas de Cedar,  
Como las cortinas de Salomón.
 No reparéis en que soy morena, 
  Porque el sol me miró.  
Los hijos de mi madre se airaron contra mí;  
Me pusieron a guardar las viñas;  
Y mi viña, que era mía, no guardé.
 Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma,  
Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía;  
Pues ¿por qué había de estar yo como errante 
  Junto a los rebaños de tus compañeros?  
Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres,  
Ve, sigue las huellas del rebaño,  
Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

viernes, 6 de mayo de 2011

WHEN WE TWO PARTED

CUANDO NOS SEPARAMOS... / WHEN WE TWO PARTED...



When we two parted
In silence and tears,
Half broken-hearted
To sever for years,
Pale grew thy cheek and cold,
Colder thy kiss;
Truly that our foretold
Sorrow to this.
                           
The dew of the morning
Sunk chill on my brow -
It felt like the warning
Of what I feel now.
Thy vows are all broken,
And light is thy fame;
I hear thy name spoken,
And share in its shame.
They name thee before me,
A knell to mine ear;
A shudder comes o'er me -
Why wert thou so dear?
They know not I knew thee,
Who know thee too well: -
Long, long shall I rue thee,
Too deeply to tell.
In secret we met -
In silence I grieve,
That thy heart could forget,
Thy spirit deceive.
If I should meet thee
After long years,
How should I greet thee! -
With silence and tears.
                            

Cuando nos separamos
En silencio y con lágrimas,
Con el corazón medio roto,
Para apartarnos por años,
Tu mejilla se volvió pálida y fría,
Y más frío tu beso;
En verdad aquella hora predijo
El dolor de esta.                


          
El rocío de la mañana
Se hundió gélido en mi frente -
Se sintió como el anuncio
De lo que siento hoy.
Todos tus votos están rotos,
Y ligera es tu fama;
Escucho decir tu nombre,
Y comparto su vergüenza.
Te nombran frente a mí,
Un toque lúgubre en mi oído;
Un estremecimiento viene a mí -
¿Por qué te quise tanto?
No saben que te conocí,
Aquellos que te conocen demasiado bien: -
Por mucho, mucho tiempo he de arrepentirme de tí,
Demasiado hondo como para expresar.
En secreto nos encontramos -
En silencio me lamento,
De que tu corazón pudiese olvidar,
Tu espíritu engañar.
Si llegara a encontrarte
Tras largos años,
¡Cómo habría de saludarte! -
Con silencio y lágrimas.



                                                                                                           Lord Byron                                                                                       .

miércoles, 4 de mayo de 2011

LA MADRE

La madre

¿Has visto alguna vez a tu vieja madre
en el instante en que te hace la cama
desdoble, extiente, alisa y acaricia la sábana
para que no quede en ella ni una sola arruga que pueda molestarte?

Su aliento, el gesto de su mano
son tan cariñosos que, una vez pasados,
continúan apagando el incendio de Persépolis
y, presentes, han aplacado alguna futura tempestad
en el Mar de la China o en otro hasta hoy desconocido...

                                   
                                                                                    Vladimir Holan

lunes, 2 de mayo de 2011

Yo me entiendo

 “Amar por ver amar, envidia ha sido;
y primero que amar estar celosa
es invención de amor maravillosa,
y que por imposible se ha tenido.

De los celos mi amor ha procedido
por pesarme que, siendo más hermosa,
no fuese en ser amada tan dichosa,
que hubiese lo que envidio merecido.

Estoy sin ocasión desconfïada,
celosa sin amor, aunque sintiendo:
debo de amar, pues quiero ser amada.

Ni me dejo forzar ni me defiendo;
darme quiero a entender sin decir nada:
entiéndame quien puede; yo me entiendo.”

El perro del hortelano. Lope de Vega.